Las aplicaciones de inteligencia artificial en empresas son cada vez más comunes. La IA ha salido los últimos años de entornos ultratecnológicos y es la apuesta más fuerte para digitalizar servicios y resultar más competitivos en las organizaciones, en una democratización de su uso parecido al que experimentaron otras metodologías disruptivas como internet en los 90.
El principal “culpable” de esta aceleración del uso de inteligencia artificial (pese a contar la historia de la IA entre nosotros con cerca de un siglo) es el big data: la generación diaria de ingentes cantidades de datos imposibles de procesar manualmente, y las necesidades de las empresas de extraer información útil y de calidad para una correcta toma de decisiones hacen de la automatización de procesos la solución más inmediata y eficaz para ello, siendo la IA una metodología muy destacada en este sentido. ¿Cómo abordarla?, ¿qué retos nos supone como empresa?
Curación de información: clave para aplicaciones de inteligencia artificial en empresas
En marketing, se denomina curación de contenidos a la acción de buscar, ordenar, depurar, seleccionar y presentar de forma comprensible las diferentes fuentes que informan sobre un tema concreto, de manera que se filtra y ofrece de forma coherente y organizada los contenidos más relevantes frente a la inmensa cantidad disponible en internet y en otros repositorios.
Mediante esta acción, el content (encargado de los contenidos), presenta la información accesible a cada perfil que lo demande y de una forma que pueda entenderla, a la par que sigue unos protocolos que maximicen su valor (por ejemplo el posicionamiento, visibilidad y usabilidad).
Esta metodología marketiniana se debe hacer extrapolable a la información que se maneja en la empresa: es necesaria una metodología que haga disponible la información contenida en los datos corporativos a cualquier agente que necesite trabajarla, sin necesidad de tener que “bucear” entre gigas y gigas de datos dispersos y la seguridad de que la información obtenida es de calidad y útil para su fin concreto.
Este fin es el que propone el uso de la inteligencia artificial en empresas: la curación de información de forma automática, liberando la dedicación para este fin de los data scientist, para que cualquier agente de la empresa pueda trabajar en todo momento y desde cualquier lugar con ella siempre estando seguros de su validez y eficacia. ¿El principal reto que presenta? Que esta información sea cada vez más novedosa y precisa como para que constituya un importante factor competitivo: de nada sirve incorporar metodologías si no resultan novedosas o no aportan un notable valor diferencial.
Principales retos de las aplicaciones de inteligencia artificial en empresas
Incorporar inteligencia artificial en empresas no es simplemente instalar software o aplicar herramientas: requiere de pasos previos como auditar los datos de la empresa, recibir asesoría sobre la metodología más conveniente y los procesos a llevar a cabo, etc. Tampoco es que se deba “revolucionar” el ecosistema de la empresa, pero sí debe haber una voluntad firme de colocar al (buen) dato en el centro de cualquier decisión. Estos son hoy en día los principales retos a los que se enfrenta la aplicación de inteligencia artificial en empresas:
La confianza en la metodología IA
Ya lo hemos mencionado y conviene recalcarlo. La lenta implementación que hoy en día se está llevando a cabo con las metodologías de inteligencia artificial es su mayor hándicap a la par que la mayor ventaja para quienes apuestan por ella. Según datos de El País, solo un 16% de las compañías que usan IA creen que están sacando el máximo partido de sus datos. ¿Quiere decir que la IA solo es eficaz en 1,6 de cada 10 empresas? Quiere decir que solo 1,6 empresas de 10 conocen cómo sacarle el máximo rendimiento.
¿En qué fallan el 8,4 de las empresas restantes? En adoptarla como metodología competitiva pero sin visualizar ni entender las razones de su implementación. Tal como indicábamos en los errores más comunes a la hora de digitalizar la empresa, el éxito de incorporar nuevos procesos en este sentido solo es posible si va acompañado de un cambio cultural, que desde la dirección hasta la plantilla entienda la importancia de los datos y cómo el uso de inteligencia artificial los potencia.
La integración con el resto de fuentes de datos
La digitalización no es usar herramientas: es aplicar procesos. Dentro de estos procesos, las herramientas son importantes, pero ni en ellas empieza, ni acaba el proceso de transformación digital. Por ello, para que la implementación de IA en la empresa resulte exitosa, se debe integrar en el ecosistema data preexistente, con la finalidad de enriquecerlo, a la par que aporta nuevas fuentes de valor.
Estas fuentes de valor deberán venir tanto de dentro (las bases de conocimiento interno y los datos recolectados previos) como de fuera (nuevas metodologías de captar información) para obtener el máximo rendimiento de la IA a partir de sumar la capacidad de extraer información compartiendo aquellos datos que generan otros actores del ecosistema de la empresa, como por ejemplo los clientes potenciales.
Innovar en la extracción de información
¿Y cómo obtener información novedosa de clientes potenciales añadiendo más información de la que se pueda conseguir con las técnicas tradicionales? Es común que construyamos los perfiles de nuestros clientes (fundamental para satisfacerlos y fidelizarlos) en base a cómo interactúan con nosotros o de la información que nos proporcionan en campañas de marketing (edad, género, lugar de residencia…) pero, ¿Y si metodologías como la visión artificial en sectores como el retail nos permitiera, sin ser invasivos y acorde a RGPD, obtener datos como el estado emocional, cuántas veces hace un mismo recorrido, dónde para su atención frente a nuestros productos, etc.?
Esta es una sola de las funcionalidades que podemos llevar a cabo con IA: aplicar visión artificial para hacer un seguimiento anónimo (que puede convertirse en un usuario plenamente identificado combinando esta estrategia con campañas de fidelización por ejemplo) de quienes visitan tu punto de venta, sumando a tus datos, información que no podrías obtener por otros medios no invasivos como el grado de satisfacción.
Establecer protocolos de seguridad y protección de datos
La implementación de la inteligencia artificial en empresas debe ir acompañada de expertos en la materia que aseguren un entorno operativo, práctico… y seguro. La seguridad no es un problema exclusivo de la IA, sino de toda materia que involucre big data. Por ello, existe un marco regulador común a todos en Europa, el RGPD, que indica con precisión el tratamiento correcto que le debemos dar a los datos que recopilamos con fines comerciales y de crecimiento empresarial.
Es por ello que en el anterior punto hacíamos referencia al “seguimiento anónimo” (X individuo de X rasgos y características, hace X recorrido por mi tienda) que puede ser transformado en seguimiento personal (Antonio López, hombre caucásico de 39 años que se ha parado hasta en 3 ocasiones en solo diez minutos frente al expositor de pantalones vaqueros) solo con el consentimiento del propio cliente, algo que se puede conseguir mediante técnicas de fidelización (un descuento del 5% rellenando el formulario de contacto y aceptando el tratamiento de sus datos para fines comerciales).
Con ello, queda patente que el uso de IA tiene las mismas implicaciones en cuanto a seguridad y protección de datos que cualquier otra herramienta que podamos usar para fines similares (analítica web, facturación, etc.). La seguridad la aporta el entorno, las metodologías y las aplicaciones que se usen para ello, de ahí a la necesidad de auditorías previas como ya habíamos insistido, y la asistencia profesional.
Demostrar (y buscar) el beneficio al cliente y la empresa
Es el reto “ético” del uso de inteligencia artificial en empresas y profundo tema de debate por el cual se llega a cuestionar su utilización por quienes no comprenden su funcionamiento: la IA no ha venido ni a eliminar puestos de empleo, ni a invadir la privacidad.
La inteligencia artificial simplemente se plantea para mejorar la productividad por parte de la empresa y el conocimiento que tenemos del cliente por parte de la actividad del negocio a la que la aplicamos.
Así, la inteligencia artificial resuelve el trabajo de filtrado, limpieza y presentación de datos en empresas en el que el volumen de éstos es tal, que sería imposible resolverlos de forma manual. Por ello, la IA se encarga de un trabajo que de por sí resulta inabarcable: no sustituye, mejora lo procesos. Así, la persona encargada de la gestión de datos no se ve reemplazada, sino que dispone de más tiempo y menos esfuerzo que le permite dedicarse a otros aspectos fundamentales de sus tareas.
En cuanto a la perspectiva del cliente, la recopilación de sus datos no se lleva a cabo para “invadir su privacidad” (hecho que, dicho sea de paso, ya se da en casos como la navegación web o el uso de aplicaciones en el smartphone), sino para aspectos que le suponen un beneficio, ya sea mejorando un producto hasta el punto de resolverle necesidades específicas cuando antes no lo hacía (gracias a la información recopilada); ya sea mejorando la comunicación que se lleva a cabo con él (evitando por ejemplo mails repetitivos, sin su interés a la hora de abordar campañas de marketing).
Podríamos resumir llegados a este punto con que el principal reto de la aplicación de inteligencia artificial en empresas por tanto no reside en sus facultades o las tareas que resuelve, sino conocer todas las implicaciones y beneficios de su uso. Un uso que tarde o temprano será mayoritario dado el crecimiento exponencial de todo lo que supone trabajar con datos, y que por tanto, cuanto antes resolvamos este reto, antes ganaremos en competitividad. ¿Dispuesto a dar el paso?